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El Héroe


EL HEROE. PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI. héroe y antihéroe, Todo y Nada

¿Sabes lo que es un héroe? Al mencionar esta palabra me vienen muchos recuerdos, imágenes, nombres a los que la historia les ha dado un lugar en la inmortalidad. Nombres que hacían mover la Tierra con solo nombrarlos. ¿Recuerdas alguno de esos nombres? Es probable que menciones a los más antiguos guerreros griegos y romanos.  Quizá te vengan a la memoria nombres de combatientes  chinos, mongoles, franceses o alemanes. En fin, toda cultura ha tenido a lo largo de su historia pasada más de algún personaje que recibió la distinción de héroe. 

Muchas veces esas historias fueron impresas en libros, y desde entonces forman parte de la literatura heroica de nuestro pueblo o nación. Quizá alguno de esos libros ha pasado por las manos de algún amigo lector y ha sido de esta manera como supimos de las características, de los dotes, de las hazañas y de las conquistas de algunos de esos héroes. 

En esos manuales de historia heroica las características que sobresalen del héroe son: la fuerza, el atractivo, la autoridad, la inteligencia y el coraje. Si trasladamos esta idea del hombre como héroe a este arranque del siglo XXI, nos encontramos que esa definición, en esencia, ha cambiado drásticamente. En este momento histórico, llamado posmodernista, al héroe se le adjudican otras características: no corporal, estático, vencido, absurdo, se somete a pruebas ridículas, experimenta viajes mentales y, por último, puede ser derrotado. 

Todo esto ha ocurrido gracias a los múltiples avances tecnológicos que nos han conducido al retroceso del ser humano en la conquista y consolidación de nuevas libertades individuales y colectivas.
Según Gianni Vattimo, la actual es una  “sociedad transparente” en la que los medios masivos de comunicación se han introducido de lleno a los hogares. Lyotard agrega que se producen “usurpaciones en las fronteras de la ciencia”, donde nacen territorios y una sociedad caracterizada por “culturas híbridas”.

Los géneros literarios también han entrado en una especie de amalgama que fomenta lo que críticos, como Irene Andrés-Suárez, califican de “textualidad múltiple”.

Sirva este ejercicio mental para exponer dos tendencias o conceptos recientes. Primera tendencia: La postmodernista. Menciona entre sus características “una crisis de lo racional” y muchos observadores tienen la impresión de que lo irracional –lo mágico y lo mítico- está irrumpiendo de nuevo con fuerza en nuestras sociedades, y en lugar de una concepción del mundo tenemos una proliferación de cosmovisiones”. Es una tendencia donde se mezclan culturas con contraculturas e inculturas. Se ve el surgimiento de minorías y seres marginados en la nueva “cartografía social”. 

Los postmodernos exponen un pesimismo enervante, un hondo escepticismo basado en el criterio de que la sociedad ha caído en un gran vacío, en una repetición constante y que, por ende, es incapaz de salir adelante. La crisis de valores ha derrotado la idea de progreso. Gianni Vattimo dice que la posmodernidad es el fin de la historia. 

La postmodernidad es, según Lyotard, la caída de los metarrelatos. Aquellas realidades que, pretendiéndose absolutas (Dios, la patria, la razón, la ciencia positiva), habían sido en épocas anteriores fuente de sentido para el hombre. Una vez que se demuestra su fracaso, dicen los postmodernos, estos metarrelatos son suplantados por los "pequeños relatos", lo cotidiano, las pequeñas cosas. Así, el héroe postmoderno es un antihéroe, un ser paradójico y vulnerable, tragicómico, que duda, que lucha y que a menudo no encuentra un sentido a lo que hace, a su vida. El héroe medieval luchaba por un ideal; el postmoderno los ha perdido todos.

Según Alfonso del Toro, el encuentro entre cultura alta y cultura popular, “centro” y “periferia”; el desvanecimiento de la hegemonía de las relaciones dominado/dominante presenta no sólo un nuevo mapa cultural, sino la alteración misma de los principios del mapeado. El auge de la narración popular, definida por Alejandro Herrero-Olaizola como “narrativa del pueblo, de la gente”, se transforma en una plataforma de lanzamiento de las voces sin voz, como decía Aimé Césaire. Luego, Del Toro comenta que esa mezcla entre la cultura canonizada y la subcultura, entre la élite y la cultura de masas, entre la seriedad y la risa, entre la crítica y el arte, es la búsqueda de nuevas identidades, no por medio de la exclusión o discriminación, sino por medio de la integración y la “habitación” La hibridez –cultural y genérica–, la ambigüedad y el Relativismo son fuentes a las que acudimos frecuentemente, que nos envuelven y nos definen.

La segunda tendencia se intuye desde el punto de vista religioso, siempre presente en el ser humano. Aquí, un héroe pertenece a las creencias de un pueblo, y recordemos que la creencia es la expresión más simple de la religiosidad. La creencia es superstición. En este sentido, Clare Graves, Don Beck y Christopher Cowan proponen, combinada con la propuesta de Ken Wilber, varios niveles de pensamiento religioso y en ellos aparece la visión del héroe. La emergencia de un yo ajeno a la tribu comienza en el nivel mítico primario. Los valores propios son el poder y la fuerza, el impulso y la determinación, el heroísmo egocéntrico o etnocéntrico. La mente mítica está poblada de espíritus míticos, dragones, bestias y personas poderosas. Los señores feudales protegen a sus subordinados a cambio de obediencia y trabajo. 

Retomando la idea inicial, la búsqueda de un héroe ha reflejado a un ser humano del siglo XXI que  se está enfrentado de manera constante a  una parodia de sí mismo, y que encuentra no solo subversión ante sí mismo, sino también ante los seres que lo rodean. Tiene la impresión de leer anti-novelas y de encontrar en ellas anti - héroes. Personas comunes que a pesar de su bondad fallan o mueren una y otra vez. La eterna lucha del bien contra el mal, en donde el bien no siempre triunfa, y menos en este siglo. Así nace un nuevo personaje literario deforme, el cual lleva consigo la tela postmodernista que lo cobija. Un personaje que disfruta, según Dokushô Villalba, de la “fragmentación”, la “deconstrucción”, la “intertextualidad”, la “interculturalidad”, el “collage”, la “universalidad”, la “heterogeneidad” y el “pluralismo”. A este síntoma literario, Marina Gálvez Acero lo llama: “estética de la confusión”.

Finalizo la idea con una metáfora: Un hombre que ve su propio reflejo en el espejo, un espejo resquebrajado, hecho añicos, en donde la imagen de este ser en un momento es poco atractivo e incluso ofensivo y en otro momento este mismo ser es el único capaz de volver a armar el rompecabezas que tiene enfrente. Este “relativismo pluralista”,  esta paradoja de “jardines de senderos que se bifurcan”  responde de manera ajustada, querido lector, a la visión contemporánea del hombre como héroe en el siglo XXI.

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