En muchas historias puede llegar el momento en que se produce una pelea y hay que narrarla de la manera más clara posible. En algunos géneros eso ocurrirá con frecuencia, como en relatos de acción, aventura o fantasía. En otros puede ser una circunstancia especial que se produce solo una o dos veces durante la trama. ¿Qué hacer y cómo hacerlo?
En cine y series se agrega música para darle un mayor efecto dramático a esas escenas, se cuenta con especialistas en artes marciales o esgrima que armar una coreografía de lucha, la cual es practicada muchas veces por los actores, y hay efectos especiales. En narrativa, debemos valernos de las palabras en el papel o la pantalla.
No nos convirtamos en relatores de un encuentro de boxeo, a menos que si sea esa la escena, lo cual parece poco probable. No se trata de describir uno por uno cada movimiento, cada golpe. Es una escena dramática en que se destaca los momentos más importantes y se deja que el lector complete el resto. Veamos un ejemplo:
Erik respiró hondo para serenarse y concentrarse. Empuñó su espada con seguridad y, en guardia, esperó la próxima acción de su enemigo. Olek atacó repetidas veces. Se escuchó el choque de aceros mientras Erik retrocedía un paso, rechazando el filo enemigo que venía de diferentes ángulos, y volvía a avanzar, ganando terreno en sus contraataques. Había tomado nota de las técnicas de su enemigo, sus combinaciones más frecuentes, sentía que podía anticiparlo. En la próxima embestida de Olek, Erik bloqueó con su espada, la desvió hacia afuera en un movimiento circular, y ante la zona que había dejado expuesta en su rival, realizó y rápido y preciso corte.
A tener en cuenta: detalles visuales. Evitar repeticiones. Evitar en lo posible nombres técnicos, pues los lectores no tienen necesidad de ser expertos en esgrima o artes marciales. Ser claros en lo que se describe. Leerlo uno mismo para asegurarse de que se comprende o también pedir a un amigo que lo lea. Los detalles visuales pueden incluir intenciones, información sobre los personajes y formas de anticiparse, como en que pie está apoyando su peso uno de ellos, qué elementos tiene al alcance de sus manos, cómo es el terreno o la sala donde están.
No es un momento para diálogos con frases clichés. El protagonista deberá mantener a la vista a su enemigo o enemigos, y hay que pensar si puede usar algún truco verosímil para engañarlos, sorprenderlos y dar vuelta una situación que parecía perdida. Recuerda que como suele decirse, vale más maña que fuerza, y al escribir tienes la ventaja de tener tiempo para pensar detalles y alternativas.
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