Autopublicar está en el ADN de los escritores. Muchos grandes debieron autoproducirse un libro para llamar la atención de las casas editoriales que los rechazaron. Hoy en día es un tema tan de moda que cualquiera puede hacerlo.
Actualmente todo mundo es escritor y tiene una historia que contar. Los datos más famosos son los que llegan desde España donde 3 de cada 5 personas ha escrito un libro en cualquier plataforma digital o física.
El problema radica, principalmente, en aceptar la crítica y entonces todo mundo se convierte en un escritor incomprendido.
Por eso las editoriales siguen teniendo la razón acerca de la autopublicación: es de muy mala calidad.
La experiencia me ha llevado a relacionarme con gente que escribe en Wattpad, Blogs, Amazon, Sweek, entre otros. Hombres y mujeres colocan sus historias pensando que todos los comentarios dirán: "¡Increíble! ¡Eres un genio! ¡Es lo mejor que he leído!". E inmediatamente piensan que serán publicados por una editora y que venderán millones.
Otros confiesan que su intención es ser leídos. Una situación perfecta pues ambicionan saber si tienen talento.
En ambos casos hay una pendiente negativa donde pueden encerrarse varios temas: la mayoría de historias son clichés o derivaciones de libros, películas, juegos que ya tienen una posición en el mercado. Carecen de una revisión ortográfica, carecen de una revisión de estilo (entiéndase esto como la corrección que va más allá de la mera gramática y se enfoca en cómo se comunica lo que está en el texto y si esta "voz" se diferencia de los demás escritores), tienen personajes poco desarrollados y sus historias están destinadas al olvido por carecer de un mensaje claro. Por otro lado, el diseño y la maquetación dejan mucho que desear.
Otra brecha intransitable para un autopublicado es el camino de las críticas. Antes había dicho que se convierten (o los convierten) en mártires cuando un comentario no va a su favor. Pensando que lo descubierto es la fórmula final y que de ahí nadie los va a mover. Error garrafal. Inclusive la gran J. K. Rowling en cada uno de sus libros de fama mundial debió hacer algo diferente, darle giros a las historias, presionar de tal forma a sus personajes que todos nos sintiéramos identificados en mayor o menor medida. Una tarea nada fácil, no obstante, algo que sólo los grandes puedan hacer.
Vienen entonces las diferencias entre aquellos que sufren tratando de que los acepten en las empresas (esos que lloran y se revuelcan en la desesperación, pero que tampoco se rinden y van y mejoran con cada mala experiencia) y quienes, con algunos billetes en la bolsa, dan a conocerse entre sus amistades y esperan ganar el juego sin que el rival (un lector consciente) les lleve la contraria.
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