Empiezas a escribir, o todavía no, pero deseas hacerlo. Te preguntas cómo sabes si es lo tuyo, si puedes hacerlo, si eres escritor. ¿A quién le pregunto? Pues a nadie. Haz como yo: no pidas permiso para escribir. No te confundas con la idea de "escritor famoso", que algunos son famosos, pero no buenos, y otros son poco conocidos artistas. Aquí diré "escritor" como alguien capaz de crear, de expresarse por medio de la narrativa. Alguien a quien le gusta escribir y posiblemente también necesita hacerlo.
Yo empecé a escribir hacia los 21 años. Tenía varias cuestiones personales de las cuales ocuparme, y de pronto necesitaba escribir, tenía mucho que decir. Siempre se me había dado mejor que al promedio de las personas todo lo que se hiciera con palabras, y hasta ese momento esa capacidad había permanecido en estado latente, hasta que despertó. Al principio no tenía ni máquina de escribir, y las PC, junto con Internet, eran cosas que ya casi estaban por llegar. Escribía con lápiz en cualquier papel en blanco, escribía mucho, aunque sin técnica todavía. No tuve suerte en las primeras participaciones en concursos literarios, aunque "suerte" no tiene nada que ver en eso.
Cuando se abrió una oportunidad de asistir a un taller literario gratuito, me uní de inmediato. Era a cargo de la ciudad, o sea que no se pagaba más de lo ya pagado en los impuestos. Ese detalle era importante, porque en esa época, no hubiera podido costearlo. Iba hasta otra punta de la ciudad de noche y volvía tarde. Algunos pensaban que perdía mi tiempo y otros que era un caradura al pensarme como un escritor. Más tarde gané en algunos concursos, primero menciones, ser incluido en una antología, luego segundo puesto en cuentos, y primer puesto en "carta abierta". En esos momentos me animaban a que siguiera escribiendo.
Hacia 1996 ingresé en la universidad, en la carrera de Profesorado de Letras. Me encontré con algo muy diferente de las universidades que yo había visto en películas, esa es una historia que vale la pena contar,y de hecho, estoy escribiéndola. Con sus virtudes y defectos, ese lugar fue útil para aprender historia, crítica literaria, lingüística, y literatura de variadas épocas y regiones del mundo, entre otras cosas. Me fui de allí con el 70% de la carrera aprobada, porque no quería ser profesor de literatura, sino escribir, y porque mi paciencia tenía un límite.
¿Todavía te preguntas cómo sabes si eres escritor y si es lo tuyo? Si te gusta y necesitas escribir, si te rebota lo que piensen otros, si te las arreglas para aprender el oficio, practicar y seguir mejorando, entonces estás ocupado como para preguntarte lo que ya sabes.
Mi camino ha sido complicado. El tuyo tal vez lo sea también. No pides permiso para escribir. Escribes porque tienes algo que decir y porque expresarte es un derecho universal con el cual naciste.
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