Para quienes han leído anteriores novelas de Brown, en especial, "El código Da Vinci" y "Angeles y demonios", no parece existir a simple vista alguna diferencia. Una vez más el profesor de historia del arte, Robert Langdon, se mete en problemas en una complicada trama que solo él, con sus conocimientos, puede resolver. Debo decir que sí hay diferencias. Ya no he notado el abuso del cliffhanger, como en "El código Da Vinci".Tampoco demasiadas referencias culturales, como si tuviera más de enciclopedia que de novela. Lo que si persiste es que en momentos clave, cuando parece que Langdon está acorralado, siempre hay una puerta secreta que solo él conoce o una tecnica o truco que solo su acompañante domina.
Esta vez la lectura es más amena, con un buen equilibrio entre acción, descripciones y referencias culturales, y lo mejor, ya no es tan predecible como en anteriores historias con este personaje.
En resumen, el profesor Langdon despierta en Italia, está herido y tiene amnesia. No sabe cómo llegó alli desde su país, porqué tiene un cilindro con una misteriosa pista en su interior, o porqué unos desconocidos lo persiguen para matarlo. Lo que sabe es que un millonario excéntrico ha creado un virus que puede afectar a toda la humanidad cuando sea liberado, en los siguientes días. Antes de que se suicidara para que no lo atraparan vivo, dejó las pistas para descubrir el contendedor del virus en ese cilindro. Esas pistas hacen referencia una y otra vez a la Divina Comedia, de Dante, en particular, a la primera sección: Infierno.Cada nuevo dato descubierto conduce a otros, que a su vez conduce a otro, mientras corren por sus vidas.
Si piensan que con esto lo han visto todo, se equivocan, pues no haré spoiler, pero puedo decir que la obra tiene un final impredecible con una adecuada vuelta de tuerca que permite al lector seguri meditando sobre la problematica mencionada en la trama: la superpoblación. Una lectura recomedable, sin duda.
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