Antoine de Saint-Exúpery fue, además de escritor, un aviador famoso; la obra que lo inmortalizó, El principito, que se publicó en los años cuarenta y que, según el mismo autor, fue dedicada a los mayores a pesar de tener una tonalidad para niños, ¿su objetivo? Enseñarle a los adultos que, aparte de aburridos y superficiales, hemos olvidado imaginar, creer y lo que es importante: hemos dejado de ser niños y comprenderlos.
Esta novela es para cualquier edad y ha sido ampliamente recomendado para quienes deseen iniciar en la lectura debido a su magia y reflexión. Con un personaje tan vívido como niño y otro tan fiable como absorto adulto, la trama se desarrolla en un lugar insospechado: el desierto, donde no hay más personas que ellos dos y mucha imaginación y por si ésta falta, el libro tiene ilustraciones para darse a entender mejor.
Algunos se preguntan qué inspiró a Exúpery a escribir esta obra, la respuesta estaría en un verdadero accidente que sufrió en su paso por Guatemala casi una década antes del libro, donde don José Méndez, padre de la poetiza guatemalteca Luz Méndez de la Vega, lo atendió en su recuperación y saneamiento. Este encuentro con la pequeña Luz posiblemente dio vida a El principito y, las historias contadas por Antoine en la casa de los Méndez, seguramente dieron el primer destello en la vida de Luz.
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