Este libro comenzó sorprendiéndome con el prólogo, y digo sorprendiéndome como forma de decir que me decepcionó. El encargado de hacerlo, un tal Osvaldo González Real, se lució con palabras altisonantes que no aportaban nada y se notaba la falta de ideas porque recurría el evidente: "voy a copiar y pegar estrofas para ir haciendo espacio". Lo mejor vino después. Y ahora sí no es ninguna ironía. Benya, que en el libro se especifica hasta el cansancio que es un pseudónimo de alguien de nacionalidad chilena, logra hilvanar versos libres con cierto grado de sensibilidad; con suficiente gracia, candor y ritmo que uno lo disfruta bastante bien. El texto, que es pequeño y que podría asegurar era el lanzamiento o experimento de la escritora, está dividido acertadamente en cuatro partes impares. Son buenos los escritos, aunque hay una sección que gira completamente a hablar de una niña. Se vuelve tedioso, pero nada que continuar con la lectura no pueda rescatar. Se ...