Hace tiempo que deseas escribir y te haces algunas preguntas. ¿Cómo empezar? ¿Por dónde empezar? Un buen consejo inmortalizado por un gran escritor decía que hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir y decirlo. No escribes para describir una escena donde no pasa nada. Una de tus primeras normas será "no aburrir al lector". Tu relato comienza con un conflicto o una novedad, algo que moviliza al protagonista y a la vez atrapa el interés del lector. ¿Cómo sabes si lo logras? Lo lees tu mismo y más importante: pides a otras personas, preferentemente colegas, que lo lean.
Cada capítulo debe hacer progresar la historia, de lo contrario, algo estás haciendo mal. Al final el protagonista triunfa o pierde, y ha cambiado, ya no es el mismo. Hay una lógica relación de causas y efectos.
Hay algo que quieres decir con cada relato, un mensaje entre líneas, una mirada personal. Sabes qué quieres decir y a quiénes quieres decirlo. Por ejemplo, si escribes historias de amor, es evidente que tu público no es el que lee terror. Sin embargo, también hay que recordar que hay historias de amor para jóvenes, para adultos con o sin erotismo, relatos de erotismo, y también historias de amor para un público general. Un ejemplo de esto último seria una novela de Nicholas Sparks.
Puede que hayas imaginado un inicio, un final, una escena, un diálogo, una frase. Cualquiera de los anteriores casos puede ser un buen punto de partida. Escríbelo. Más tarde verás cómo lo desarrollas. Escribe todas las ideas, sean frases, párrafos o páginas. Luego, en otra etapa posterior de tu trabajo, es cuando te ocuparás de corregir, reescribir y poner orden.
Comentarios
Publicar un comentario