¿Cuántas de las obras que has leído son traducciones? Obras
de Stephen King, José Saramago, Umberto Eco, Haruki Murakami, por ejemplo. Con
cada traducción tu obra está disponible para mucha más gente, una lengua extranjera
deja de ser una barrera y se convierte en un puente.
En mi opinión, para traducir una obra literaria, además de
dominar otro idioma, conviene también ser
escritor. Eso no quita mérito a los profesionales especializados en traducción
literaria, por supuesto. Al traducir no cambiamos simplemente una palabra por
su equivalente en otra lengua. El desafío está en conservar el significado,
transmitir las ideas, experiencias, sentimientos; aunque nos encontremos frente
a una diferente gramática y vocabulario, con otras maneras de expresarse. Un
ejemplo: una situación complicada, tal vez sin salida. En español estaríamos “entre
la espada y la pared”. En inglés “between the devil and the deep blue sea” o
sea, entre el diablo y el produndo mar azul. En portugués, ante una situación
similar se diría: “Se ficar, o bicho come. Se correr, o bicho pega”, o sea, si
me quedo, la fiera me come, si corro, me atrapa.
Una frase muy bien pensada que lei una vez decía: una lengua
es un lugar desde donde mirar el mundo. Hay
muchas miradas posibles, tantas como idiomas. Al mismo tiempo, la obra
traducida es una versión del original desde esa otra mirada, como un universo
paralelo donde tu obra existe pero es muy ligeramente diferente, digamos que
conserva casi todo el porcentaje de su sentido original. Si la traducción está
bien hecha, el traductor es invisible, el lector nunca piensa en él o ella.
Pasamos las primeras páginas del libro y tal vez no miramos esa página donde
están los datos de la edición, como el título original, el año de edición, y el
nombre de quien hizo la traducción.
A veces lo veremos al pie de página, en “notas del traductor”. Puede ocurrir que el autor haya utilizado un
juego de palabras que no tiene traducción, o que haga referencia a una canción,
comida, o costumbre de otra cultura, no necesariamente conocido por el
destinatario, o que use un lenguaje muy técnico. Para hacerle la vida más fácil
a quien deba traducir tu obra, procura evitar juegos de palabras en una escena
importante, o expresiones muy típicas del lugar donde vives, pero solo de esa
región. En resumen, recuerda para quienes escribes, si sabes que luego te
leerán en otros idiomas.
Puede ser que el primer idioma en el que pienses para una
traducción sea el inglés. Yo recomiendo tener presente el portugués. Primero,
porque tan solo en Brasil hay alrededor de 200 millones de habitantes. Segundo,
porque los lectores tendrán más con común con nosotros.
Procura que tu obra
sea leída primero por un corrector de textos. En mi experiencia me he
encontrado a veces que un texto a traducir tenía deficiencias de redacción en
su original en español. En esa lectura previa informo al autor para que realice
ese recomendable paso previo.
Hay mucho más que se podría decir sobre la tarea de
traducir, una tarea delicada, compleja, pero que me gusta, sobre todo por
ayudar a construir puentes. En este link
puedes leer un artículo en que me refiero a este tema en tono de humor y con
más detalles.
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